Caminaba por la carretera de la indiferencia con rumbo hacia
lo imprevisto, sosteniendo la brújula de la perdición que me servía de guía.
Así, pude llegar hasta la vida.
Me lancé a por ella en un salto mortal sobre el ancho abismo
del miedo y conseguí rozarla con la punta de mis labios. Yo, un cielo caído que
luchaba por no volver a elevarse, conseguí rozar la vida. Ésta, sin embargo, se
dedicó a inmortalizarme en el instante más peligroso, dejándome colgado en manos
de la inestable tormenta tras recorrer con pies de plomo el laberinto de mis
venas.
Puta vida; has atravesado las piedras de mi muro, has rayado
los diamantes de mi reflejo, has maldecido a mi ángel, has contagiado a mi
antídoto, te has ganado mi perdición, has liberado a mis miedos, has hecho
temer a mi libertad, has estresado mi calma, has conquistado mi cima, te has
vuelto inmortal dándome muerte…
Puta vida, ahora tan sólo eres puta.