sábado, 26 de mayo de 2012

Poema tímido.

Más que tímida, delicada.
Te esperaba.
Como espera la lluvia la tierra seca.
A mí me riega tu presencia.
Tengo el alma un poco marchita.
Otras veces, me revienta de ilusiones eternas.
Ilusiones parecidas a las tuyas (aunque no te lo creas, o te extrañe,
o te parezca una sorpresa)
Sentada en la madre tierra.
Con una mirada preñada de esperanzas y nostalgias.
Nostalgias del mañana.
Un mañana misterioso que quisieras moldear con colores imposibles.
Pero dejemos hablar a nuestras almas.
Porque las almas se hablan ¿Sabes?
Y, abrazadas, bailan una bella danza
al son de las olas y una lira lejana.
¿Te imaginas todos abrazados?
¿Todo el planeta abrazado?
No habría sitio para pensar.
Sólo, solamente quedarían señales
amorosas como las que tú y yo tenemos
mientras te escribo este poema.

Este es un poema que me ha hecho esta tarde un extraño conocido.

Hace dos semanas caminaba por la ciudad y me encontré con un cartel al lado de un hombre que decía: "Me dices tu nombre, nos miramos a los ojos un momento y te escribo un poema".
Me acerqué al hombre a preguntarle si iba a estar más días porque tenía prisa (estaba yendo al concierto de Marwan y no quería llegar tarde). Me dijo que allí estaría los fines de semana.

Hoy salía a comprar comida a las 6 y media y volvía a casa 5 horas después porque he estado viendo el atardecer en el mar con un amigo mientras hablábamos de varias cosas. En el camino de vuelta me he encontrado con un círculo de gente. Mi sorpresa al acercarme es notable cuando veo a un hombre flotando en el aire. Así es, un mago callejero robando sonrisas e ilusiones, prestándolas a su vez. Tras sonreir al espectáculo y preguntarme dónde estaba el truco creo haberlo encontrado. Teorías mías sin importancia...

Sigo mi camino de vuelta a casa y me encuentro con el poeta de hace dos semanas. Me he pasado la hora hablando con él de temas variopintos, contándome historias, alegrándome. Me ha regalado un disco suyo con poemas recitados en los que se escucha el mar de fondo. Tiene que ser genial. La verdad es que ha sido un encuentro sorprendente y esperado. Me ha hecho muchísima ilusión.

Me ha dicho que mi sonrisa es sincera... no como la de la gente hipócrita y rutinaria. Decía que escasean las sonrisas, que cuando se pone en medio de la calle ve rostros serios.
También que hay gente con corazas, que no dejan que su sensibilidad se exteriorice (mayormente hombres). Decía que odia que la gente diga frases con "Yo ya..." como si ya no pudieran hacer lo que van a decir, como si ya fueran viejos y no sirvieran. Le molesta también que la gente no sea humilde, que se excusen con el típico "nadie va a hacer nada por ti". Sabe de lo que habla...

Hemos terminado el encuentro con un gran abrazo.
Nos volveremos a ver.


Al son de las olas y una lira lejana...

miércoles, 23 de mayo de 2012

Cortinas rojas.

Era la hora de quemar las cortinas rojas.

Me levanté de la cama con la desgana por ánimo. Caminé descalzo por las baldosas frías como el océano, pensando que quizá no fuera necesario estar cerca de él para hundirse. Cada nuevo paso se presentaba más estrepitoso que el anterior y los recuerdos me volvían un poco más vulnerable. La vida iba detrás de mí, esta vez era yo quien le cubría las espaldas y me disponía a vencer al silencio en una batalla naval, olvidando que mi cuerpo era la única carne de cañón en la sala deshabitada.

Conseguí llegar a la cocina ileso y con el rostro firme, pero a medida que me adentraba en la sala notaba cómo la valentía se quemaba a fuego lento. Introduje mis emociones en la licuadora y me tomé un confuso batido de recuerdos amargos. Entre tanto, mi respiración llenaba los pulmones de gas butano y el oxígeno de mi vida se congelaba en cristalinas burbujas que se descomponían en el suelo de la sala, provocando heridas más profundas que las espinas de las rosas rojas dibujadas en las cortinas.

Cogí la única cerilla que podía prender fuego a mi vida. La encendí con tembloroso pulso y mirada insegura, alumbrando los rincones desesperados de mi último aliento. Finalmente, conseguí vencer al silencio haciendo que explosionara en millones de partículas de luz blanca.

Era la hora de quemar las cortinas rojas y con ellas mi vida…



lunes, 21 de mayo de 2012

Improvisación.

Estoy escasa de ideas, de inspiración...
Escribir sin decir nada es innecesario, por eso escribo. No soy lógica ultmamente; No tengo hambre pero como, tengo sueño pero me cuesta dormir. Soy la persona más tranquila de mi alrededor y me va realmente bien, soy la terapia de muchos nerviosos. Creo que voy a patentarme!
Tengo historias a medio escribir que algún día terminaré, tengo ideas en la cabeza que algún día exteriorizaré. De momento me gusta ser una realidad frustrada, un sueño alcanzable.

Ahora que leo esto se refuerza mi idea de que la improvisación es una de las mejores sorpresas.


Me encantaría tumbarme ahí y dormirme mirando a las nubes mientras escucho el viento entre las espigas.

domingo, 20 de mayo de 2012

Contra la cultura del dinero.

Bienvenidos turistas:
El otro día encontré un artículo de opinión por casualidad que me resultó muy interesante, por eso quiero compartirlo. Habla de la importancia que recibe el dinero en nuestra sociedad y de que lo maravilloso está siendo olvidado. Al final he hecho una reflexión sobre dos frases que me llamaron la atención.
Espero que os resulte intersante y que disfruteis de esos pequeños placeres de la vida, esos que hacen de lo cotidiano algo maravilloso y excepcional.

Contra la cultura del dinero.

No deja de hablarse del déficit, de la deuda, de las altas operaciones financieras, pero se evita hacerlo del sufrimiento de los que no tienen nada, de la pobreza creciente de jóvenes y ancianos, del envilecimiento del mundo.

“Dios mío, ¡qué saltos me haces dar!”, eso dijo la rana a su Creador. Según Chesterton, la pobre estaba tan maravillada con esa facultad de su cuerpo que no podía dejar de celebrar cada brinco que daba. Para el escritor inglés el que en los cuentos maravillosos haya manzanas de oro, ríos de miel, pájaros que hablan y árboles que cantan, solo es expresión del asombro que experimentan los niños al contemplar el mundo por primera vez. Su asombro ante la manzana que cuelga pletórica y olorosa de una rama, ante el arroyo que corre tembloroso a sus pies o ante el pájaro que inesperadamente se posa a su lado como si viniera a decirle algo. Ese mundo de oro y joyas preciosas, de príncipes y princesas, de objetos mágicos y bodas perfectas tiene que ver con el deseo de transfiguración que anida en el corazón humano. Navigare necesse est vivere non necess, solía decir de Isak Dinesen. No basta con vivir, queremos que nuestra vida tenga sentido, se transforme en algo valioso, en una historia que merezca la pena contar a los demás.

Lo maravilloso nos hace hablar. Tiene que ver con el principio erótico. Nos dice que no estamos solos, que la vida es una corriente inmensa que compartimos no solo con los otros individuos de nuestra especie, sino con los animales y los bosques, con las dunas de los desiertos y los cielos salpicados de estrellas. Nuestro mundo ha dado la espalda a lo maravilloso y solo el dinero parece tener en él poder para dar valor a las cosas. Estos días el Gobierno ha anunciado una amnistía a los defraudadores. Por ella, no solo se les va a permitir sacar a la luz el dinero que ocultan, sino que se les premiará permitiendo que paguen por él un porcentaje muy inferior al que les corresponde. Es una medida excepcional, nos dicen, ya que el Estado necesita dinero. No importa saber de dónde viene el dinero, ni por qué lo han tenido escondido, todos se comportan como si este tuviera el poder de bendecir a los que lo tienen liberándoles de la culpa y la responsabilidad. Y no son solo algunos políticos y tecnócratas los que piensan así. La sociedad entera vive entregada al gran dios del dinero. Pueblos perdidos compiten entre ellos porque se ponga en sus verdes prados cementerios nucleares, los hortelanos venden sus tierras para construir bloques de viviendas que arruinarán la belleza de la costa, o comunidades como Madrid y Cataluña compiten por acoger en su territorio un emporio de casinos, privilegios fiscales, prostitución y profunda vulgaridad, y todo ello para conseguir que el dinero fluya a sus cuentas bancarias. No deja de hablarse del déficit, de la deuda, de las altas operaciones financieras, pero se evita hacerlo del sufrimiento de los que no tienen nada, de la pobreza creciente de jóvenes y ancianos, del envilecimiento del mundo. Tampoco se habla de la pérdida de esa capacidad de los hombres antiguos de transformar en relatos los mínimos acontecimientos de sus vidas. Es la maldición del dinero, que petrifica cuanto toca, como bien se explica en la historia del rey Midas. El relato abre el mundo, el dinero lo cosifica. Y lo maravilloso es vivir en un mundo sin cosas.


Los viejos relatos no nos alejan del mundo, lo vuelven habitable y común, lo llenan de sentido.
Cuando en El festín de Babette las señoras descubren que esta se ha gastado todo el dinero que ha ganado en la lotería en prepararles aquella cena inolvidable y la preguntan qué va a hacer ahora que vuelve a ser pobre, Babette les contesta orgullosa: “Una artista nunca es pobre”. Y es cierto: tiene el poder que le concede su imaginación. Deberían ponerse en los colegios e institutos las películas de John Ford, deberían verlas sobre todo nuestros políticos de derechas y nuestros banqueros. Es raro que en una película del director americano no haya un baile. La cultura del dinero, por boca de Margaret Thatcher, afirma que solo hay individuos y que la sociedad no existe. Pero en los bailes de John Ford late siempre la idea de una comunidad, y de que aquello que le pasa a uno solo de sus miembros afecta a todos los que forman parte de ella. John Ford pertenece a lo que Eugenio D’Ors llamó la familia de los genios claros, la familia de Homero y los grandes pintores renacentistas, de esos “seres dichosos que van de la sombra a la luz sin esfuerzo, que tienen el don de la luz”. En una escena de Corazones indomables la protagonista ve a su esposo, contemplando a su hijo dormido, y conmovida por el regalo de este momento de paz en un mundo lleno de traiciones y muertes, se sienta en las escaleras y exclama: “¡Dios mío, haz que todo permanezca así para siempre!. Lo maravilloso nos enseña a ver lo más cercano con los ojos de la gratitud y el asombro, los ojos del que ve la belleza del mundo y quiere cuidarla. En La pata de la raposa, de Pérez de Ayala, puede leerse: “Me habló usted siempre de las cosas extraordinarias con tanta naturalidad, que yo me veía obligado a aceptarlas como cosas naturales, y de las cosas naturales con tanta intensidad, que yo descubría en ellas nuevos sentidos”.


Hemos dado la espalda a lo maravilloso y sólo el dinero parece tener el poder para dar valor a las cosas
John Keats decía que el poeta debía estar con los pies en el jardín y con los dedos tocando el cielo. Los antiguos relatos cumplían esa función, eran un puente entre lo divino y lo humano, entre el mundo de sueño y el mundo real. Lo maravilloso es abandonar el mundo de los dogmas y habitar el tiempo del relato, que es el tiempo de la contradicción y la libertad. Y no podemos vivir sin relatos, aunque los hayamos olvidado. Viven a través de nosotros, son el humus del que nos alimentarnos, la savia que protege nuestros pensamientos. La historia más realista de nuestros días encierra ecos de esas historias eternas. Todos los que en estos días han sufrido ante la fotografía del safari africano de Juan Carlos, han vuelto a contar en el mundo la historia del arca de Noé, salvador de los elefantes. Una pareja de enamorados entona cada noche el Cantar de los cantares, aunque nunca lo hayan leído. Una niña pequeña que imita a su madre, es como la ninfa Eco cuando loca de amor repetía por el bosque las palabras de Narciso. Los relatos de Las mil y una noches no hablan de un mundo ajeno al que conocemos, sino de esas otras vidas que hay en cada uno de nosotros. Miles de niños nacen en el mundo cada día, y miles de mujeres se enfrentan a esa experiencia única que es tener un hijo, y sin embargo apenas se las presta atención. La historia de María y el ángel nos permite interrogar ese instante, preguntarnos qué sucede de verdad en él. En cierta forma, cualquier mujer, al tener el niño que desea, vuelve a contar en el mundo la historia de María y su hijo y en su silencio cuando le contempla dormido en sus brazos está su gozo por el milagro de su nacimiento y su temor a todo lo malo que pueda sucederle.

Los viejos relatos no nos alejan del mundo, lo vuelven habitable y común, lo llenan de sentido. En sus reportajes sobre el juicio al juez Baltasar Garzón, por los crímenes del franquismo, la periodista Natalia Junquera nos contó en este mismo periódico la historia de una pobre niña a la que llamaban “la hija del hojalatero que tiraron a los pozos”, y que con 90 años aún seguía recordando a su madre y a otras mujeres del pueblo llevando a escondidas flores a los pozos porque no sabían dónde estaban los cuerpos de sus maridos e hijos asesinados. Lo maravilloso es empeñarse en seguir llevando flores a los pozos aunque la razón nos diga que no sirve de nada.

Gustavo Martín Garzo, es escritor.


Me llamaron la atención sobre todo dos frases:

-Lo maravilloso nos enseña a ver lo más cercano con los ojos de la gratitud y el asombro, los ojos del que ve la belleza del mundo y quiere cuidarla:  
Es curioso cómo lo maravilloso a menudo lo situamos lejano en nuestra vida cotidiana. Lo maravilloso suele ser malentendido como todo aquello que nos resulta ajeno a nosotros y en cuyas contadas ocaciones podemos saborear. La clave está en darse cuenta de que en realidad se encuentra en lo más natural, en nosotros mismos, formando parte de nuestra vida. Cuando caminas por la calle y empieza a llover, y caes en la cuenta del ligero frío que provoca en tu piel cada gota al deslizarse por tu rostro. Incluso el olor de la ciudad es distinto, nada desagradable, y percibes que el tiempo se para, consigues evadirte. Nunca habías disfrutado de esa maravillosa sensación y ahora que lo has hecho todo parece ser más tranquilo y las preocupaciones disminuyen su valor. Ahí es cuando miras con los ojos de la gratitud y el asombro, consigues ver la belleza del mundo y quieres mantenerla.
-Me habló usted siempre de las cosas extraordinarias con tanta naturalidad, que yo me veía obligado a aceptarlas como cosas naturales, y de las cosas naturales con tanta intensidad, que yo descubría en ellas nuevos sentidos: 
 El sentido que yo le doy a esta frase es que lo natural está relacionado con lo extraordinario. Lo extraordinario es entendido como algo que nos saca de la rutina y que es capaz de provocar sorpresas, emocines que no son habituales en nuestros días. Creo que en nuestra sociedad la naturaleza ha sido trasladada a un segundo plano y, curiosamente, es lo esencial para la vida. La naturalidad es algo que tenemos muy presente y lo extraordinario es darse cuenta de ello, ser consciente de la maravilla que aguarda en la naturalidad.

Cada cual encontrará uno o más sentidos a las frases y a todo lo que lee. Lo que a mi me gustaría conseguir es haceros ver que teneis el mundo bajo vuestros pies y millones de pequeñas cosas con las que disfrutar y sorprenderos.

Esta maravilla no se valora con dinero.

  Con la curiosidad y la imaginación se pueden descubrir nuevos mundos en los que vivir maravillosamente.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Satisfactoria decepción.

¿Te duele? Simplemente son los recuerdos pasados que surgen en tu presente disfrazados de culpa. Son las consecuencias de lo inevitable, de cuando florece la verdad aromatizando el ambiente con la llegada de la primavera, de cuando el invierno finaliza con el porvenir.

Desastroso el mundo que ahora te rodea, te encadena de cordura en una lluviosa gama de grises.
¿No recuerdas ese lugar? Fue mi hogar en el exilio, aquel que crecía conforme nos conocíamos. Allí se escondía la verdad, la verdad de cada suspiro atrevido que acariciaba los días fríos, los días fríos que congelaban las emociones, las emociones que se desbordaban por mis ojos alimentando el rencor, el rencor que gritaba nuevas oportunidades al viento, al viento que nunca fue a favor y nos regalaba nubes de desdicha, desdicha que mató la curiosidad futura de seguir descubriéndonos.

En resumidas cuentas, no puedo aceptar tus divisiones. Son demasiadas piezas las que no encajan conmigo, es más, ni si quiera quiero que encajen.
No me sorprende que te sorprenda, pero disfruto con esa satisfactoria decepción.


Las hojas que componían nuestro relato se han secado.

jueves, 3 de mayo de 2012

¡Retirada!

Se escuchaba desde fuera, a pesar de que venía de muy dentro. El corazón a veces grita tanto que no podemos silenciarlo antes de que su quejido se exteriorice. A mí me gritaba una retirada...

Hay palabras y emociones que no podemos retener en nuestro interior. Algunas salen sin poder evitarlo en forma de lágrimas, gritos, miradas, ceños fruncidos, sonrisas… 
¿Quién se atreve a pasar de largo estos síntomas? No son más que expresiones corporales que surgen de sentimientos, a veces aferrados a recuerdos. Puede que lo que un día consideramos como algo horrible hoy sea valorado como maravilloso, y lo que un día fue maravilloso nos resulte ahora horrible. Después de todo, no somos tan predecibles como creemos serlo y la permanencia es sólo algo transitorio, como los recuerdos.

En eso consiste esta partida de ajedrez, cuyo jaque mate nos llega mucho antes de morir…


Hay que seguir jugando.