sábado, 28 de julio de 2012

Summertime sadness.

Me gusta estar sola, me resulta necesario. A veces me gusta estar acompañada porque también me es necesario. Supongo que como todo el mundo, ¿No?
Lo difícil viene cuando ambas necesidades se fusionan en un mismo momento. Esa confusión que puede llevar a un comportamiento egoísta o altruista, esa elección entre "hago lo que me da la gana"  y "hago esto por ti". Si siempre elijo "hago esto por ti" explotaré próximamente con un "hago lo que me da la gana" y viceversa. Soy egoísta, como tú, como todo el mundo...
Últimamente prefiero estar sola. He estado pensando el porqué de esta preferencia y me he encontrado con un sentimiento de soledad cuando me encontraba rodeada de compañía. El aislarme de la gente es sólo una actitud para justificar ese sentimiento, para que no duela tanto. Es una forma de protección, una manifestación de la gran coraza que me rodea y no necesariamente me protege.
Realmente la soledad es algo que me puede. Mucha gente se ha alejado de mi y a otros muchos los he apartado yo. Puede que tenga un problema y lo primero para superarlo es admitirlo. Lo siguiente es querer superarlo... De esto último no estoy muy segura. Estoy estancada en el querer.
Supongo que como todo el mundo, ¿No?



domingo, 15 de julio de 2012

Recuerdos salados.

El corazón se vuelve menudo y frágil al escuchar una melodía llena de recuerdos inolvidables.
Añoro su abrazo veraniego. Aquel que me arropaba en la noche salada, que me defendía del romper de las olas en las rocas, que me protegía del peligro invisible. 
Hubo alguien que me cuidó como su mayor tesoro. Me demostró lo que no era capaz de decir, pero todo fueron dudas. Por eso dudo en mis decisiones. No sé si estoy haciendo lo correcto o cometo un error irremediable. 
Cuando el sueño se posa en mis párpados la nostalgia no deja que éstos se cierren. No puedo dormir si aún sigo soñando…

Sigo envuelta en un mar de dudas.

viernes, 6 de julio de 2012

Atrapado.

Las lágrimas caen siguiendo el camino marcado por la ley de la gravedad. Y es que, hay leyes que no se pueden saltar. Son jaulas en las que nos encerramos indefinidamente y sin perdón. Marcamos nuestra propia sentencia sin ser capaces de perdonarnos, no porque no podamos hacerlo sino porque no queremos. Consideramos que nos lo merecemos. Nadie cree merecer nada que no se haya impuesto por sí mismo. Pero a pesar de ello, piensas que todos los que viven merecen vivir, que nadie sobra excepto tú o algún otro argumento que está de más…

Tan solo tú tienes la llave que te libera de tus barreras.