lunes, 17 de marzo de 2014

El paraíso de la muerte.






La muerte tiene su propia sinfonía.
Suena de noche como un carro de caballos
deslizándose por un puente de cristal
que se desmenuza como la carne,
como el frágil hielo aún sin descongelar,
y en medio de la fisura,
las líneas de las manos
convertidas en ríos de sangre.
Todos los destinos cruzados
luchando por no ahogarse.
Cada uno en la mano del otro,
cogiéndola, bebiéndola,
tratando de salvar su propia vida.
Volvamos a la naturaleza del paraíso
que aunque digan que está perdido,
somos nosotros los que caminamos sin sentido.



lunes, 3 de marzo de 2014

Los instrumentos lloran cuando son tocados.





Los instrumentos lloran cuando son tocados

la mujer de cuerdas flojas es violada por su naturaleza

al ritmo de una sinfonía cruelmente aceptada
el objeto se adueña de la mano
la mano plástica acaricia al maniquí
el maniquí tiembla y resuena su miedo
como una campana sin péndulo
que llama a la humanidad, ciega y sorda de sensibilidad
murmuran las sábanas, cuentos que no quiere recordar
una canción de cuna mece las pesadillas
nunca te olvides de sus notas imperceptibles
ni de la costumbre del silencio
pero aun así,
no calles,
haz música con tu maullido de violín

aunque nunca te oigan
fabrica una orquesta siniestra que te de luz
deslumbra tus miedos, desviste tu desnudez
busca en la sonata de tu pecho la armonía
esa melodía inestable de cantos pulidos
que sufrió el abuso de la avaricia
acaricia tus teclas suavemente,
juega con el viento al ajedrez musical,
sopla las cenizas de la flauta dulce
y haz percusión con tus zapatos
un ruido de mil tacones
con cada paso descalzo
despertando a todo sonámbulo de su realidad
como un apocalipsis no profetizado
que sigan llorando los instrumentos al ser tocados
que la mujer de cuerdas flojas se dispone a violar su naturaleza.