domingo, 1 de septiembre de 2013

Acumular mierda en casa sería más saludable que acumular personas que no te valoran.

No sé qué hago hablando con gilipollas. En serio, ¿Por qué tratamos de convencernos a nosotros mismos de que merecerá la pena mantener a ciertas personas en nuestras vidas cuando éstas ya no muestran interés por nosotros? A la larga eso es una pérdida de tiempo y si pierdes el tiempo, pierdes la vida. No la vida como existencia, sino la vida como oportunidad.
Siempre he creído necesario mantener en mi vida personas que han sido importantes en mi pasado, pero eso es porque una gran parte de mí vive marcha atrás. Un día, de repente abres los ojos. Supongo que tanta indiferencia por parte de la otra persona te hace ver lo suficientemente bien como para contrarrestar la falta de atención que te ofrece. Al principio, cuando te das cuenta por primera vez de ésto, puede doler, pero soportas ese sufrimiento por algún tipo de fuerza estúpida. Probablemente sea la idea de que si no consigues algo eres un fracasado, que te hace continuar insistente en mantener a esa persona cuando el mayor fracaso es insistir.
Después de darse uno cuenta varias veces de que el esfuerzo invertido en esa persona no sirve de nada, viene el cansancio y la resignación ante la situación. Lo mejor de todo es que viene sin tristeza. De repente, lo comprendes. Te colocas por delante de la situación, te valoras y ves que va siendo hora de vivir y de invertir esa energía malgastada en algo productivo. ¡Y qué sensación! Parece que te vas a comer el mundo en vez de hostias. Se acaba el sufrimiento innecesario y aparecen nuevas metas por todos lados. Eso es vida.
Sin duda, acumular mierda en casa sería más saludable que acumular personas que no te valoran.