domingo, 24 de junio de 2012

Tras la barra.

- ¿Qué es lo peor de ser camarera?
+ Pues que siempre tienes que sonreir aunque tengas el peor de tus días. Siempre.
- Bueno pero mejor eso que fingir estar triste, más facil y saludable...
+ Si, pero no es sencillo aguantar tras la barra y ver cómo al otro lado la gente está feliz mientras tú sólo finges. Es lo peor de ser camarera porque exige sacrificio. Tú estudia mientras puedas para no acabar en hostelería como yo...
- Mejor hostelería que nada pero gracias por el consejo...

Ahora entiendo eso de que es complicado conquistar a una camarera. No es fácil sacarla de su agujero cuando ni si quiera imaginas que está metida en uno. Si quieres conquistarla hazlo con comprensión y alguna que otra sorpresa que le arranque una sonrisa sincera.

miércoles, 13 de junio de 2012

Tormenta de verano.

Él leía entre el silencio un libro abierto. El sonido de las páginas al pasar le sumía en el profundo sueño de otra vida. Otra vida impregnada de valentía y privada de toda carencia, salvo de realismo.
El silencio se volvía cada vez menos ruidoso mientras el tren de las oportunidades recorría una vía de palabras a contra viento. Un viento que calaba los huesos de emociones.
Luces en las nubes cambiaron el ritmo de su respiración y el mundo en el que corría. Tiempo después de las velas celestiales escuchó un fragor relajante y tétrico. Miró al cielo canoso con fascinación y, expectante, descubrió otra luz entre las nubes cenagosas. Esta vez vio cómo una lágrima del cielo abierto caía en las letras de papel. Se avecinaban tiempos de tormenta.
Las luces y los estruendos tardíos revolucionaban la fascinación del chico al tiempo que cerraba su libro refugiándolo en su pecho, bajo su camisa. 
La perplejidad de sus ojos se fue extendiendo a través de su alma al resto de su cuerpo impidiendo toda movilidad. El cielo rugía feroz mientras sus pies descalzos sentían la frialdad del lugar. Las nubes lloraban cada vez más fuerte empapando su ropa y su rostro y el suelo era un inmenso charco en el que los dedos de sus pies se divertían. Las luces seguían alumbrando su sonrisa ahora permanente. 
En ocasiones similares, el terror se hubiera apoderado de su mente y sus piernas hubieran seguido el camino de la huida pero, esta vez, el miedo se resistía a hacer su visita habitual.
En ese momento, el cielo se abrió de piernas dando a luz un fugaz rayo que descendía desde los ojos celestiales como una lágrima más. Una lágrima mortal que conectaba con todas las gotas muertas del asfalto paralizando el corazón del chico y rompiéndolo en mil pedazos al caer.
Y es que, cuando muere tu mundo real resucitas en tu ficción y cuando muere tu mundo ficticio resucitas en tu realidad.

No siempre después de una tormenta aparece un arcoiris. A menudo ambos conviven manteniendo un equilibrio. Todo depende de en cuál centres tu atención, depende de ti.


sábado, 2 de junio de 2012

El último atardecer.

Empieza la época más esperada por casi todos: Verano.


Yo soy de ese "casi" que impide decir un "todos". Prefiero el invierno con el viento frío que colorea la nariz y el blanco de la nieve. Al final siempre acabo acostumbrándome al verano por eso de las vacaciones pero éste, éste... ¡No quería que llegara nunca!

Me apena que ésto se acabe. Me apena que haya llegado el verano y pensar que los recuerdos puedan desvanecerse. Me apena que éste sea el final de una etapa y me recuerde que algún día será un final definido. Me entristece haberme aferrado a la gente que he conocido en la ciudad en la que estudio y echarlos de menos.
No me gusta escuchar las olas del mar en mi mente y no poder ir a visitarlo. Voy a echar de menos las rocas, la espuma, la brisa que deja salados los labios, el tumbarme en la superficie del agua escuchando mi respiración, los atardeceres, el chirrido de la puerta desengrasada de mi habitación que tanto me gusta y del que tanto se quejan, el cielo que cada día es diferente, el color y las olas del mar que también son diferentes cada día, las casas con tejados que parecen terciopelo y la casa del tejado que parece estar compuesto de libros, perderme por las calles y encontrar algo nuevo... voy a echar de menos que me sorprendan.
Pero creo que lo que más voy a echar de menos es a los amigos. Ya lo estoy notando con cada despedida y creo que ellos notan también en mis abrazos que no quiero soltarlos. Odio dejar de abrazar a alguien en las despedidas, es el peor momento, me cuesta...

Agradezco todo lo ocurrido en este año pero podrían darle por culo al verano.

Mi último atardecer allí con el Sol ya ocultado.