viernes, 8 de agosto de 2014

Nostalgia existencial.

En el silencio de la nostalgia gritan los niños. Juegan en un parque de ilusiones muertas y se revuelcan sobre un charco de lágrimas. Se impregnan de una emoción que cala los huesos y atemoriza las entrañas. Esa sensación te obliga a cuestionarte preguntas que sólo resuelven los mejores equilibristas; los que se han caído mil veces. Un sólo cuerpo no puede escapar del entramado universal que compone el enigma. Por eso romperse en mil pedazos es la salvación y aquel que tema ser destrozado no saldrá vivo del encierro existencial, porque sólo con el ser disperso es posible la regeneración.