miércoles, 11 de diciembre de 2013

Nostalgias imperiales.

Ésta paz es un conformismo repleto de ansiedad. Quiero cambiar de rumbo mirando hacia la nostalgia, pero eso significaría navegar en un barco hundido. ¿Es posible que tanta monotonía me haya llevado a seguir su mismo destino? Quizás sea por eso que, en momentos así, pienso que decir que sí a todas las oportunidades es un entierro prematuro, de la misma manera que hay luces que es mejor no encender tan sólo por el dolor de ojos que espera después, justo detrás del deseo cumplido en la calle de la tentación. Pero es que hay quien nace estrella y quien nace satélite, y cuando estás fuera de lugar cuesta permanecer allí por mucho tiempo. Por eso, raras noches se puede ver al Sol y pocos días se puede ver a la Luna.
Pertenecemos al recuerdo que nos llora justo antes de que muera para que no le olvidemos. 




domingo, 10 de noviembre de 2013

Desa(r)mar el miedo a(r)mando la libertad.



Se enjaulan a las personas que dan miedo, en vez de enjaular al propio temor. Enemigos del ego y las ideas. Una bomba de destrucción personal que ataca a la humanidad con la intención errónea de defendernos. Creemos que los demonios nos persiguen, cuando sólo nos acompañan. Moldearnos a su antojo es nuestra tortura.

Un eterno dolor danza en la noche. Intenta escapar de la inmovilidad con cada movimiento. Se contonea cortejando al amor por el sendero del arte sexual, proclamando la revolución reproductiva. El eco del miedo se pavonea en la brisa inaudible al acecho del acto más peligroso.

El amor huye. Es el fugitivo de un mundo demasiado humano colmado de banalidad. Cruces de hierro le asesinan y ninguna mano se llena de sangre. Sólo las cabezas con ideas delirantes proclaman su resurrección en una religión sin esclavos. Lo peor es que el corredero de su muerte se encuentra vacío. No hay un alma que contemple sus últimos segundos porque las noticias son estrellas muertas brillando cuando se ha hecho demasiado tarde.

Han aprendido a usar las armas invisibles de una verdad ciega y aplauden a la maravilla que lo oculta. Dense tiempo, los telones terminarán por quemarse en una revolución dejando al descubierto un mundo desnudo. Sus heridas abiertas serán abismos invitando al suicidio. La sangre; un río contaminado de crueldad. La carne despellejada; un bosque arrasado por la avaricia. La tierra; piel manchada de pobreza.

La verdad explotará nuestras virtudes. Primero con sufrimiento y luego con superación. Sólo entonces retrocederemos para recapacitar. Perdonaremos nuestro crimen recordándolo. Nuestra vida volverá a nacer. Cada paso borrará las huellas. La sangre derramada volverá al corazón. Los principios traerán paz a los finales y las armas invisibles se tragarán sus propias mentiras. Sólo entonces, la libertad será incontenible. Sólo entonces, se enjaulará al propio temor en vez de enjaular a las personas que dan miedo.

martes, 29 de octubre de 2013

No sabéis entender.


No conocéis la libertad de correr sin prisa pisando la arena del tiempo, sin relojes y sin espacio en el que caminar. Sólo correr. Cabalgar sin ser caballo. No conocéis la libertad de colocar la espuma del mar en la cima de los montes. No sabéis de la libertad que otorgan las segundas oportunidades porque pretendéis hacer todo a la primera. No conocéis la complejidad de una nota musical. No sabéis que depende de quién la toque, no suena por igual. No entendéis el color que hay tras lo gris, ni el movimiento de lo rígido con el viento. No sabéis lo que es desataros de una cadena que en realidad no os contiene. No entendéis lo que no veis hasta que cerráis los ojos. No sabéis entender. No...



En el vídeo, el galgo Gazelle de Sara.


martes, 22 de octubre de 2013

La vela que vela por mí.



Esta noche soy el cristal que contiene la vela,
tan impermeable a su calidez que enseguida cojo frío.
Su fuego me teme por la incapacidad de arder
y me ama por la misma razón.
El tiempo de la vela se agota con cada danza.
Su mortalidad me da luz
y cuando ella muera de cansancio
yo moriré de oscuridad.
Es por eso que temo su muerte
y la amo por la misma razón.
Esta noche soy el cristal que contiene la vela,
el mismo que aguarda el sueño del niño callado
y provoca nudos al alma en los bares.
Me he escondido de las manos que crean música.
Ya no hay quien me toque con delicadeza
porque si lo hacen, mi llama se apaga
y entonces acabaré más destrozada
que si deciden rozarme con furia
hasta empotrarme contra la pared
que descompone mi esencia.
Aunque las entrañas me ardan,
prefiero retener la vela,
pues escuece más apagarse por dentro
que romperse por fuera.





sábado, 12 de octubre de 2013

Relato de un sueño.

Esta noche he soñado que me enamoraba de un pez. Él vivía estancado en unas aguas sucias, de un color entre verde oscuro y gris. Yo no podía salvarle porque nos separaba un cristal. Quizás fuera la pared de un acuario o la ventana de un barco. No recuerdo mi lugar. Pero me enamoraba de un pez de piel gris y boca grande, abierta enormemente como queriendo gritar, como queriendo decirme algo o simplemente ser salvado. Yo también gritaba porque quería que me escuchara y me dijera cómo llegar a él. Un vago recuerdo me dice que también había un barco verde y viejo. Creo que él estaba atrapado ahí. Recuerdo que el pez en realidad era un hombre hechizado. Me falla la memoria. Sólo sé que me enamoraba de un pez y que ahora no quiero olvidar ese sueño.

Quizás buscar el amor en el viento no sea la respuesta porque si te enamoras de un pájaro, te ves obligado a amar la libertad con la que echa a volar.
Quizás buscar el amor en la tierra no sea la respuesta porque si te enamoras de una serpiente, te ves obligado a amar su veneno.
Quizás buscar el amor en el fuego no sea la respuesta porque si te enamoras de una chispa, te ves obligado a arder.
Quizás buscar el amor en el agua sí sea la respuesta porque si te enamoras de un pez, las olas siempre le traerán de vuelta.






domingo, 1 de septiembre de 2013

Acumular mierda en casa sería más saludable que acumular personas que no te valoran.

No sé qué hago hablando con gilipollas. En serio, ¿Por qué tratamos de convencernos a nosotros mismos de que merecerá la pena mantener a ciertas personas en nuestras vidas cuando éstas ya no muestran interés por nosotros? A la larga eso es una pérdida de tiempo y si pierdes el tiempo, pierdes la vida. No la vida como existencia, sino la vida como oportunidad.
Siempre he creído necesario mantener en mi vida personas que han sido importantes en mi pasado, pero eso es porque una gran parte de mí vive marcha atrás. Un día, de repente abres los ojos. Supongo que tanta indiferencia por parte de la otra persona te hace ver lo suficientemente bien como para contrarrestar la falta de atención que te ofrece. Al principio, cuando te das cuenta por primera vez de ésto, puede doler, pero soportas ese sufrimiento por algún tipo de fuerza estúpida. Probablemente sea la idea de que si no consigues algo eres un fracasado, que te hace continuar insistente en mantener a esa persona cuando el mayor fracaso es insistir.
Después de darse uno cuenta varias veces de que el esfuerzo invertido en esa persona no sirve de nada, viene el cansancio y la resignación ante la situación. Lo mejor de todo es que viene sin tristeza. De repente, lo comprendes. Te colocas por delante de la situación, te valoras y ves que va siendo hora de vivir y de invertir esa energía malgastada en algo productivo. ¡Y qué sensación! Parece que te vas a comer el mundo en vez de hostias. Se acaba el sufrimiento innecesario y aparecen nuevas metas por todos lados. Eso es vida.
Sin duda, acumular mierda en casa sería más saludable que acumular personas que no te valoran.


miércoles, 21 de agosto de 2013

Puntos de reflexión.


No se puede ver más allá de donde no se mira, y lo cierto es que he mirado hacia tantos lugares que he quedado ciega. Me resigno a esta calma intranquila, negándome a creer en esa hierba pacífica que prometen. Me crecen las venas, arrimándose al desbordamiento, al tiempo que los ánimos bajan en una escalera de bomberos y gritan pidiendo socorro a inútiles oídos sordos. Las manos que se extienden con la intención de no dejarme caer, están cubiertas de aceite y se abren invitando a resvalar. Ya ni siquiera puede uno salvarse por los pelos. Cuando la voz hace reír, los silencios hacen llorar. Es por eso que se acabaron las palabras. Comienzan los puntos.





viernes, 9 de agosto de 2013

Los niños cambiarán el mundo de los adultos.

Habrá una vez, un niño sin más habilidad que la imaginación. Una mañana gris de tormenta, sentirá deseos de sacar a pasear a su sombra en compañía de caminantes ausentes. Se fijará, como siempre, en los pasos vagos y tristes que traen consigo los días de lluvia e inventará historias alegres como el Sol, que nunca se atrevería a contar a sus protagonistas. Acudirán puntuales a su cabeza las mismas preguntas: ¿Por qué los días grises entristecen?, ¿Por qué la lluvia hace llorar a los hombres y, sin embargo, da de beber a los bosques?, ¿Por qué la luz de los relámpagos no les alumbra?, ¿Por qué la melodía de los truenos les asusta?... Entre tanto, escuchará caer las gotas desde las nubes como respuesta.
Él no puede comprender porqué las tormentas resultan tan tristes para las personas de la calle, pues a diferencia de éstas, siempre le fascinan. Pero aquella mañana gris de tormenta en la que saldrá a pasear será diferente. Caminará con una sonrisa interminable sintiendo el frío de cada gota cayendo por su piel y notará cómo se mueve ligeramente más rápido que el resto de caminantes. Mirará a su alrededor desconcertado y decidirá pararse en seco. En ese instante caerá en la cuenta de que no es él quien está yendo demasiado rápido, sino que los caminantes son los que se mueven a paso lento.  Se fijará con mayor detalle en el ambiente y descubrirá que las gotas se encuentran suspendidas en el aire, como si la gravedad se hubiera desligado del mundo. Poco tiempo más tarde, todo lo que le rodea será cubierto por la inmovilidad. Todo, excepto él. Sonreirá de puro asombro y actuará conforme a la circunstancia surreal en la que se encuentra. Se preguntará: ¿Es esto un sueño?, ¿Me estaré volviendo loco?
Cerrará sus ojos fuertemente, arrugando los párpados, y los abrirá contemplando el mismo espectáculo de fantasía. Pensará entonces, que el deseo de vivir en un sueño imaginado se ha hecho realidad y decidirá no volver a intentar despertarse. Colocará un pie sobre la gota más cercana al suelo y se dará cuenta de que lo que está viviendo le sostiene. Confiará en la rigidez de los critales aparentemente frágiles, y con la mano derecha se aferrará a una gota más alta. Colocará el otro pie sobre otra cristalina pieza de agua y poco a poco irá subiendo hasta el cielo por un camino de diamantes. A medida que vaya ascendiendo, su sonrisa se irá convirtiendo en fascinación y no sentirá vértigo ni temor a la caída, sólo miedo a que el mundo despierte en una realidad a la que el niño no pertenece. Tras trepar por la escalera de lágrimas petrificadas, llegará a la nube más alta. El muchacho conseguirá así, colonizar el cielo, y nadie, en todo el mundo, podrá estar ahí para verlo.
Una vez conquistada la cima, caminará sobre la nube disfrutando de esa sensación placentera. Indagará por las cuevas de algodón, sentirá el olor a calma y gominola, jugará con los animales que forman los cirros y se echará a dormir, pues no hay mejor colchón que el de algodón de nube. Al despertar, se tumbará boca abajo y observará los rostros tristes y congelados de las personas, los paraguas ennegrecidos, las gotas de agua inmóviles en el aire y las calles que más bien parecen ríos. Con esa visión, saldrá de su cabeza el egoísmo, esa neurona que crece engullendo al resto y que sólo disminuye si nos la comemos.
Entonces, se propondrá dar luz al mundo gris de abajo. Cogerá un poco de algodón de nube y lo moldeará con sus propias manos para formar una larga soga. Cuando ésta ya sea lo suficientemente extensa, la hará girar sobre su cabeza para cazar a su objetivo. Lanzará la cuerda sobre el Sol y lo irá atrayendo hacia sí, hasta que esté lo suficientemente cerca como para ahuyentar las nubes grises. A medida que los rayos del Sol vayan alumbrando las calles e impregnen de vitalidad los rostros momificados, los pies de los caminantes continuarán su rumbo y las gotas suspendidas se evaporarán hacia el olvido. El niño, desde el cielo, quedará maravillado ante el precioso paisaje del mundo que él mismo ha creado. Escuchará las alegres historias que cuentan los vecinos por las calles, descubrirá sonrisas en rostros que nunca antes habían sido transitados por su calor, verá cómo la colada se seca al Sol y quedará conmovido ante tanta luz. La felicidad se desbordará de su corazón, se precipitará por sus ojos y lloverá sobre los hombres.

Ese día, la lluvia dejará de ser triste. Ese día, los niños habrán cambiado el mundo de los adultos.






sábado, 20 de julio de 2013

Es hora de echar a volar.


Quería comerme el mundo que más tarde habría de devorarme. Nunca supiste ver más allá de tus obstáculos temporales y al final has acabado siendo una pérdida de tiempo. Las manecillas del reloj que compartíamos, el mismo que se partió con mi partida, indican que es tarde. A pesar de todo, me alegro de haberme marchado a tiempo por la puerta de atrás mientras te escupía de frente las palabras. He llenado todos los contenedores con tu mierda y ahora esta ciudad huele a ti. Voy a exterminar con paso firme cada plaga que mandas, voy a inhalar este mal olor para purgar el aire, y aunque mis pulmones enfermen de tanta contaminación, sabré cómo limpiarme con mi propia saliva, pues no necesito el lametón de un perro ni las caricias putas del viento. Las palabras no pronunciadas me las comí, las que están ya dichas las digiero, y todo lo ocurrido lo guardo dentro para devolverlo y no dejarte volver. Quiero ahogarte entre mis células, sentir cómo te transporta mi sangre, cómo te purifican mis riñones y te expulso de mi corazón. Ya basta de romperme la espalda con tu peso. Voy a hacerte trizas sobre el papel.


Finalmente, voy a dejarte volar, ojos de cielo.



martes, 18 de junio de 2013

Contra la erosión.

Se han cumplido las profecías escritas... ¿Es posible que estemos destinados a la adivinación? Si es así no pensemos en negativo y usemos nuestros polos opuestos para atraernos hacia la buena suerte. Decidamos no romper a llorar, que ya bastante tenemos con ser dos piedras condenadas al desgaste. Bañémonos en barro para protegernos del deterioro. Disfrutemos de la suciedad del aire contaminado y hagamos un escudo con cada partícula venenosa. Si es cierto que somos dos piedras, frotémonos hasta que salten las chispas. Provoquemos lágrimas a los poros de nuestra piel con el calor de una llama viva. Quemémonos en un abrazo. Ardamos con las ganas satisfechas. Incendiemos un bosque y ocultémoslo de la lluvia fabricante de ceniza. Seamos llama, (ll)amémonos, y no nos convirtamos en el olvido gris de una hoguera apagada.


lunes, 27 de mayo de 2013

Satisfacción dorada.

Veo pasar las agujas de un reloj inexistente que agota las ganas con las que mis pies se han movido hasta este banco. Me distraigo viendo cambiar de color un mismo semáforo infinitas veces; Rojo, naranja y verde. Sangre, atardecer y esperanza.
Eso es todo lo que me entretiene mientras me canso.
¿Sabéis eso de que lo bueno se hace esperar? Empiezo a pensar que si hace esperar muchas veces será que no es tan bueno.
Suena el teléfono, debe de ser…

- Hola Fulano.
- ¡Hola! ¿Dónde estás?
- Sentada en el banco donde habíamos quedado
- Ah, es que he pasado por allí, no te he visto y he pasado de largo.
- Es que estoy sentada de espaldas a la carretera, mirando un escaparate de muebles… ¿Dónde estás?
- Estoy en frente de la cafetería Vols, vente.
- En dos minutos estoy ¡Hasta ahora!

La puntualidad nunca ha sido su fuerte, al contrario que la espera para mí. Por un momento pensé que no vendría y me equivoqué, pero pensar eso me hizo sentir una inseguridad que no puedo dejar pasar de largo. Ahí está…

- ¡Hola!
- ¡Hombre! No te había visto llegar…
(Un agradable beso de Judas…)
- Ya me he dado cuenta… ¿Qué tal?
- Pues bien, hoy…

Bla bla bla, ya empieza y no acaba. Siempre hablando de él y sus miles de oficios a los que aspirar y quedarse a medias. Hoy no quiero escucharte, me niego. Se acabó. Habla todo lo que quieras que por un oído me entra y por el culo me sale. Hoy es el último día que me trago mis palabras, te lo aseguro. Si, sonríe, háblame con esa sonrisa pícara que tanto me excita que yo también lo haré, pero en último lugar. Primero espero a que lo hagas tú para no perder la costumbre.

-Y eso es todo… ¿Dónde te apetece que vayamos a tomar algo?

A tomar viento me parecería bien…

-Mmm, pues podríamos ir al bar de las cañas.

Este bar siempre me ha gustado. Poca gente pero la suficiente como para que te sientas acompañado y solo. Además ponen buena música.

- Dos cañas por favor… Bueno, ¿Y qué tal? ¿Cómo estás?

A buenas horas me lo preguntas…

-Pues bien, planteándome unas cuantas cosas, decisiones que tomar…

Mm ya están las cañas. Así mejor.

-¿Qué cosas te planteas?
- Terminar.
- ¿El qué?
- Pues esto, lo que sea que haya aquí entre tú, yo y la mesa.
- ¿Por qué? ¿No te sientes a gusto?
- No. Lo cierto es que tener que esperarte muchas veces y mucho tiempo me harta. Siempre es la misma historia; Tú llegas tarde y yo te espero, y eso me hace sentir que estoy perdiendo el tiempo.
- Bueno, intentaré llegar a la hora señalada.
- La hora señalada es inexistente y no se trata sólo de eso. No me siento a gusto contigo. Sufro una inseguridad constante porque esta relación se basa en la incertidumbre. Nunca antes había sentido celos y cada vez que me hablas de todas las chicas con las que estás cuando yo no estoy me asalta una sensación de rabia. Siento que no me valoras. Me siento desatendida, como si sólo mantuvieras esto porque soy una más y claro, siempre está bien tener una más para cuando quede una menos.
- A ver… eso no es así. No te estoy utilizando.
- Lo sé, pero me siento así. Está bien la relación que tenemos. Me has aportado muchas cosas buenas, muchas experiencias novedosas pero también muchas ausencias de cosas importantes. He llegado a quererme más a mí misma que tú para compensar la falta de interés que me has mostrado a veces. Y eso en parte ha sido bueno porque he aprendido a ser más autosuficiente pero es como cuando alguien te empuja para que caigas al suelo y te dice “levántate”. Lo harás, te levantarás, pero sabiendo que esa persona te ha empujado y te levantarás con rabia. Te superarás pero sabrás que esa persona ha querido verte en el suelo… ¿Entiendes?
- Yo no he querido verte en el suelo…
- Y claro que no me has visto porque me empujaste sin querer mirar, pero me empujaste.
- No era mi intención…
- Lo sé, tampoco era mi intención dejar esta relación sin nombre, pero es lo que quiero.
- Bueno… al menos echamos un último polvo, ¿No?

No puedo evitar dejar escapar una sonrisa mientras acaricio el vaso y lo acerco a mis labios para dar el mejor sorbo de toda mi vida. Lo vuelvo a dejar en la mesa, le miro y levanto las dos cejas mientras sigo sonriéndole con picardía. Mi rostro se pinta de seria rigidez de repente y él lo nota. Veo cómo su boca se queda abierta no dando crédito a lo ocurrido. Parece que el tiempo se para cuando veo su pelo y su camiseta mojados de cerveza. Disfruto de ese momento viendo cada gota cayendo por su cara, saboreando la rabia que inspiran sus ojos e inspirando el olor de la satisfacción dorada. ¡Ah, qué bien! Aún me queda un poco de cerveza en el vaso. Éste sí que es el mejor sorbo de toda mi vida.
Me levanto de la silla rompiendo el silencio de todo el bar mientras suena “Me calaste hondo y ahora me dueles…” Infinito de Bunbury, ¡Qué oportuno!
Mi sonrisa se alimenta de esa mirada penetrante que se clava en mí con furia y me limito a decir unas últimas palabras: “Eres un chico muy completo. Tan completo que estás completamente solo.”

Y entonces, la furia de ese cielo caído se torna tristeza mientras huyo hacia el infierno.