sábado, 12 de octubre de 2013

Relato de un sueño.

Esta noche he soñado que me enamoraba de un pez. Él vivía estancado en unas aguas sucias, de un color entre verde oscuro y gris. Yo no podía salvarle porque nos separaba un cristal. Quizás fuera la pared de un acuario o la ventana de un barco. No recuerdo mi lugar. Pero me enamoraba de un pez de piel gris y boca grande, abierta enormemente como queriendo gritar, como queriendo decirme algo o simplemente ser salvado. Yo también gritaba porque quería que me escuchara y me dijera cómo llegar a él. Un vago recuerdo me dice que también había un barco verde y viejo. Creo que él estaba atrapado ahí. Recuerdo que el pez en realidad era un hombre hechizado. Me falla la memoria. Sólo sé que me enamoraba de un pez y que ahora no quiero olvidar ese sueño.

Quizás buscar el amor en el viento no sea la respuesta porque si te enamoras de un pájaro, te ves obligado a amar la libertad con la que echa a volar.
Quizás buscar el amor en la tierra no sea la respuesta porque si te enamoras de una serpiente, te ves obligado a amar su veneno.
Quizás buscar el amor en el fuego no sea la respuesta porque si te enamoras de una chispa, te ves obligado a arder.
Quizás buscar el amor en el agua sí sea la respuesta porque si te enamoras de un pez, las olas siempre le traerán de vuelta.






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