miércoles, 21 de agosto de 2013

Puntos de reflexión.


No se puede ver más allá de donde no se mira, y lo cierto es que he mirado hacia tantos lugares que he quedado ciega. Me resigno a esta calma intranquila, negándome a creer en esa hierba pacífica que prometen. Me crecen las venas, arrimándose al desbordamiento, al tiempo que los ánimos bajan en una escalera de bomberos y gritan pidiendo socorro a inútiles oídos sordos. Las manos que se extienden con la intención de no dejarme caer, están cubiertas de aceite y se abren invitando a resvalar. Ya ni siquiera puede uno salvarse por los pelos. Cuando la voz hace reír, los silencios hacen llorar. Es por eso que se acabaron las palabras. Comienzan los puntos.





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