Mi rostro es una sonrisa melancólica y unos ojos deshidratados
que ya no lloran porque han colmado todos los vasos posibles. Las decepciones
son tantas que una más tan sólo consigue pasar desapercibida ante mi
sensibilidad, deteriorada por tantas expectativas incumplidas. No puedo
quitarme esta sonrisa de agrado y amabilidad porque esconde una plaga de fracasos
que podría herir el cultivo de sentimientos hermosos de las personas que me
rodean. Siento crecer en el vientre un abismo que devora mi existencia. Mi
mirada guarda el frío de tantas experiencias maltrechas que resulta imposible
distinguir la primera de la última, ya que son el mismo dolor…
"El gran teatro del mundo debe continuar"
No hay comentarios:
Publicar un comentario