Él leía entre el silencio un libro abierto. El sonido de las
páginas al pasar le sumía en el profundo sueño de otra vida. Otra vida impregnada
de valentía y privada de toda carencia, salvo de realismo.
El silencio se volvía cada vez menos ruidoso mientras el
tren de las oportunidades recorría una vía de palabras a contra viento. Un viento que
calaba los huesos de emociones.
Luces en las nubes cambiaron el ritmo de su respiración y el
mundo en el que corría. Tiempo después de las velas celestiales escuchó un fragor relajante y tétrico. Miró al cielo canoso con fascinación y,
expectante, descubrió otra luz entre las nubes cenagosas. Esta vez vio cómo una
lágrima del cielo abierto caía en las letras de papel. Se avecinaban tiempos
de tormenta.
Las luces y los estruendos tardíos revolucionaban la
fascinación del chico al tiempo que cerraba su libro refugiándolo en su pecho, bajo
su camisa.
La perplejidad de sus ojos se fue extendiendo a través de su alma al resto de su cuerpo
impidiendo toda movilidad. El cielo rugía feroz mientras sus pies descalzos sentían la frialdad del lugar. Las nubes lloraban cada vez más fuerte empapando su
ropa y su rostro y el suelo era un inmenso charco en el que los dedos de sus
pies se divertían. Las luces seguían alumbrando su sonrisa ahora permanente.
En
ocasiones similares, el terror se hubiera apoderado de su mente y sus piernas
hubieran seguido el camino de la huida pero, esta vez, el miedo se resistía a
hacer su visita habitual.
En ese momento, el cielo se abrió de piernas dando a luz un
fugaz rayo que descendía desde los ojos celestiales como una lágrima más. Una
lágrima mortal que conectaba con todas las gotas muertas del asfalto
paralizando el corazón del chico y rompiéndolo en mil pedazos al caer.
Y es que, cuando muere tu mundo real resucitas en tu ficción y cuando
muere tu mundo ficticio resucitas en tu realidad.
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No siempre después de una tormenta aparece un arcoiris. A menudo ambos conviven manteniendo un equilibrio. Todo depende de en cuál centres tu atención, depende de ti. |