domingo, 1 de abril de 2012

Naturaleza artificial.

Datemos la fecha de las siguientes palabras en un soleado día de nubes difuminadas en el cielo. Con un viento que navega por el mar y llega a la orilla triunfante en su monótona y delirante carrera con las olas. Un día en el que el Sol se intuye pero no se muestra con claridad.
Justamente ese día y ninguno más.

En un lugar sediento de naturaleza viva y borracho de rabia. En un paraje aislado de la armonía terrenal, oscurecido por el brillo gris de la soledad. El mar es quien domina el tiempo que cabalga con cada latido de tu corazón. Tu respiración es quien contamina el aire de vida, impregnándolo de aterciopelada textura. Un paisaje único resguardado en tu imaginación. 
Justamente ese lugar y ninguno más.

Ocurrió que un perro marrón, un tanto soberbio y juguetón, tejía un hoyo en la arena. Entre tanto, su sombra le observaba sentada desde una rama que el mar debió de condenar a lo artificial no hace mucho tiempo atrás. El inconformista canino luchaba con la arena sin ansias de molestar, tratando de profundizar lo necesario como para enterrar sus presentes recuerdos del pasado. El hoyo nunca parecía ser lo suficientemente profundo a pesar del vacío que se podía apreciar. Entonces, sin intención alguna, unas desgarradoras palabras dejó escapar.

Pero, ¡Qué importará!
Si allí sólo estaban un perro, su sombra, el cielo, la arena y el mar…



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